Panorama de la construcción sostenible, tras dos años de certificación energética obligatoria


El Gobierno se planteaba recientemente la posibilidad de permitir a las corporaciones municipales reducir hasta en un 20% el IBI de las viviendas con calificación energética A, así como bonificar con un -16%, -12%, -8% y -4% el de aquellas con nivel B, C, D y E.

La medida, ahora en el aire, podría ser el último intento de vencer un punto débil histórico de nuestro parque de viviendas. Algo que, según Roberto Ruiz Robles, presidente de la Asociación de Ciencias Ambientales de Madrid (ACA), no es una quimera: “La baja calificación energética de nuestros edificios tiene una causa que va más allá de las condiciones climáticas. Hasta el año 1979, no existía en España ningún marco normativo que obligase a considerar la eficiencia energética en la construcción de un edificio. Desde ese año hasta la aprobación del Código Técnico de la Edificación (CTE), esa primera norma no exigía apenas requisitos para su cumplimiento, y su entrada en vigor llegó cuando el boom de la construcción estaba llegando a su fin”.

Ruiz, que encabeza una entidad muy activa en el asesoramiento y formación en ámbitos como la rehabilitación energética, habla de una “necesaria reconversión del sector”.
La “salida del huevo” de la construcción sostenible

El punto de inflexión en el sector ha venido acompañada de estímulos como la primera ecohipoteca

El 1 de junio de 2013 llegó el punto de inflexión más claro para reconducir una situación que contribuye a la pobreza energética, al consumo excesivo en un país dependiente energéticamente o a problemas ambientales como el cambio climático. Por primera vez, como ocurre con los electrodomésticos, los ciudadanos adquirían el derecho de conocer la etiqueta energética de las viviendas, tras la entrada en vigor en España de la normativa europea.

¿Con qué resultados? Desde entonces, 1,5 millones de inmuebles se han certificado y un 50% de los propietarios conocen la certificación energética, según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE).

El 50% de los propietarios de vivienda ya conoce la certificación energética, según IDAE

El mismo año, una innovación actuaba como palanca complementaria para el cambio. También por primera vez, los compradores de vivienda contaban con el estímulo de saber que adquirir una vivienda con mayor eficiencia reduce el interés de su préstamo hipotecario. Hoy, más de500 hogares han accedido a la Hipoteca Triodos, primer producto de su sector que quiere extender el concepto de consumo responsable a la vivienda.

Para Beatriz García, gerente de Vivienda y Construcción Sostenible de Triodos Bank, se está demostrando que “la construcción sostenible no es un lujo, sino una necesidad social” con hechos como que “el 40% de las emisiones de CO2 son causadas por la edificación o que la pobreza energética de las viviendas ha disparado el número de hogares con gastos desproporcionados y su incapacidad para abordarlos”.

Las bases del cambio están plantadas, porque la introducción de una medición, como ha sido la certificación obligatoria, permite mejorar. Pero el camino por recorrer parece aún muy largo: por ahora, el 80% de los edificios tiene una certificación E o inferior, según IDAE.

Ver el vaso medio lleno, con datos

No es una cuestión de optimismo. Mejorar sustancialmente la sostenibilidad en construcción, también más allá de la eficiencia energética de nueva construción es una realidad: “En algunos trabajos que hemos hecho, por ejemplo en viviendas, en equipamientos como polideportivos o en el CCCB de Barcelona, hemos conseguido ahorros de entre el 20% y el 30% sin tocar nada esencial, simplemente gestionando mejor la energía (…) En los edificios nuevos se puede llegar hasta un 50%“, explica Frederic Ximeno, socio director de ERF-Estudi Ramon Folch, consultora ambiental y energética.

Más hechos. Tras dos años de la puesta en marcha de la primera caldera de biomasa instalada en una comunidad de vecinos en Galicia, contactamos con su instalador, Tecgal. “La experiencia está siendo muy positiva tanto para los vecinos como para nosotros. Los ahorros que la comunidad está obteniendo son de 14.000 euros al año con respecto al consumo que tenían hace dos años con gasóleo”, nos actualiza Laura Aldariz, técnico y gerente de la empresa, que contó con financiación de Triodos Bank para llevar a cabo el proyecto.

Por qué el cambio es imparable

“Las personas no acabamos de aprender la lección”, lamenta también Aldariz, que percibe como “el interés en sistemas más eficientes como la biomasa en rehabilitación se ha aparcado hasta, suponemos, una nueva subida del petróleo”.

Por su parte, de su experiencia con ACA impulsando programas oficiales formativos en rehabilitación energética como REPEX o Habilita, Ruiz concluye que, “aunque se ha avanzado, todavía hace falta trabajar mucho en concienciación en el sector y especialmente en el proceso de recualificación de los trabajadores”. En su opinión, “las novedades legislativas, los planes de ayudas y las soluciones se renuevan continuamente pero,a gran escala, el sector no está consiguiendo reconvertirse, a pesar de los beneficiosambientales, económicos y sociales que ello puede reportar”.

“Todavía hace falta trabajar mucho en concienciación en el sector y especialmente en el proceso de recualificación de los trabajadores”

Aunque un diagnóstico general indica que la construcción necesita mejorar, hay razones de peso para pensar en que continuará progresando, el tiempo dirá si adecuadamente. Por ejemplo, una directiva europea obliga a que, a partir de 2020, todo edificio de nueva construcción deba ser de consumo casi nulo, con características que los estados miembros de la UE deben concretar y hacer públicas en estos momentos.

Por otro lado, desde el sector ya no son casos aislados los ejemplos de empresas y profesionales que están yendo por delante.

En comparación con la edificación convencional, “la vivienda sostenible sí tiene salida”, afirma Antonio Martínez, detrás de uno de los mayores proyectos de construcción con energía geotérmica de Europa, en Tres Cantos (Madrid), desde su cooperativa Arroyo Bodonal. La promoción, con certificación energética A+ y financiación de banca ética, vendió todos sus pisos antes de que se finalizaran, con los residentes entrando a vivir este año.

Entretanto, iniciativas como 100×100 madera impulsan casas que, a día de hoy, ya cumplen con el objetivo de ser edificaciones de consumo casi nulo, en este caso con certificación Passivhaus y necesidades de climatización muy limitadas. Y arquitectos innovadores, como los mallorquines Joan Brunet y Rafael Sala, levantan casas de paja a la altura de los requisitos más exigentes en eficiencia y aprovechando para su construcción materiales que, de otra forma, serían desechados.

Incluso en el sector inmobiliario se empieza a introducir cambios, con conceptos como el de “inmobiliaria ética”, del proyecto vasco Etikalia, con una mayor implicación en la problemática social y económica de inquilinos y propietarios. La construcción sostenible empieza a ser un edificio sólido.





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